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Una extensa jornada de debate se vivió este viernes en el TOF de Paraná. Se produjo uno de los testimonios más importantes con la declaración del gendarme detenido. Acosta detalló roles y jerarquías en el funcionamiento de la banda que lideraba Norma Beatriz Cabrera. Durante su exposición, se reprodujeron y amplificaron varias de las escuchas telefónicas que permitieron cerrar la pesquisa sobre los cinco acusados traídos a juicio.

También compareció el quinto imputado, que el tribunal había mandado a detener este jueves por la fuerza pública, porque la Policía no pudo hallarlo en el domicilio que dio al momento de quedar en libertad. Silvio Ramiro Blanco está imputado por trasladar hasta Concordia la cocaína que Cabrera compraba en Buenos Aires y revendía al matrimonio Bonazzola-Martínez, quienes a su vez cortaban la sustancia y la expendían al menudeo desde su domicilio particular.

El hombre de 42 años explicó que cuando quedó en libertad condicional, fijó un domicilio en la Gendarmería. Pero al tiempo se mudó, entonces volvió espontáneamente a la Gendarmería para actualizar la dirección, sabiendo que sería citado para el juicio oral. Sin embargo, en la fuerza de seguridad nunca completaron ese trámite. "Cuando vi en el diario que iba a empezar el juicio, volví a presentarme en la Gendarmería porque sabía que no me habían cambiado el domicilio. Incluso cuando llegó la orden para detenerme, yo estaba en la Gendarmería esperando. Fui solo", relató.

A poco de comenzar la audiencia, la acusada de vender al menudeo cocaína -que proveía Cabrera-, Natalia Bonazzola, pidió declarar como arrepentida. En ese marco hizo salir al público de la sala y también a la prensa. Según lo que se pudo reconstruir, Bonazzola implicó a un oficial de la fuerza de seguridad provincial, un tal Miguel Bordón, quien en 2014 estaba asignado como agente de calle en inmediaciones del jardín Frutillita, en el barrio donde funcionada el kiosco de venta de cocaína.

La mujer habría dicho que el tal Bordón pasaba a cobrar una comisión semanal por el kiosco, para permitir su funcionamiento. "Yo hacía rato que quería dejar, pero me amenazaba", habría pronunciado en plena audiencia. Por eso los vocales del TOF libraron un oficio a la Jefatura de Policía, para que el supuesto agente Bordón sea identificado y puesto a disposición de la causa.

Acosta investigó la banda de Cabrera, pero también está detenido por narcotráfico

Carlos Francisco Acosta es gendarme y está detenido en la UP2 de Gualeguaychú. Allí cumple prisión preventiva, acusado por el delito de asociación ilícita, en el marco de la causa que investiga el funcionamiento de una banda narco compuesta por policías de Toxicología y otros agentes de fuerzas de seguridad.

Acosta estuvo encargado de rastrear las andanzas de Cabrera, Rey, Martínez, Bonazzola y Blanco, entre otras investigaciones por narcotráfico que, según contó, realizó desde 2012 en adelante. Dijo que en un principio, investigó a Mariano Barrios -pareja de Cabrera, registra una condena en el Juzgado de Eldorado, Misiones, por transporte de estupefacientes- como jefe de la banda que vendía cocaína en Concordia.

"Veníamos detrás de Barrios hasta que perdió en 2012, cuando volcó una camioneta en Misiones, cargada con 200 kilos de marihuana y 2 de cocaína. Cuando pasó eso se nos moría la investigación a nosotros. Pero como había tantas personas involucradas en la pesquisa que veníamos haciendo, decidimos seguir a pesar de la condena a Barrios. En el medio hubo mucha gente que se desvinculó de la organización, que cuando Cabrera empezó a vender se alejó y aparecieron nuevos protagonistas como Juan José Martínez, Daniela Gómez, Bonazzola y Rey", sostuvo.

Acosta explicó que Cabrera abastecía de cocaína a Bonazzola y Martínez. "Eso surgía de las escuchas", dijo. "Traían la droga de Buenos Aires con Silvio Blanco, encargado del transporte. Cabrera compraba dólares en Salto o a veces en Concordia, porque tenía que pagar con esa moneda. Ahí, Daniela Gómez era un agente de confianza de Cabrera. Muchas veces se comunicaba directamente con Blanco o con el proveedor de Buenos Aires", agregó.

El gendarme también hizo referencia a los vehículos que estaban en dominio de Barrios y Cabrera. Además, aseguró que no conoce al tal policía Bordón denunciado por la arrepentida Bonazzola. Añadió que participó del allanamiento en la vivienda del matrimonio Martínez - Bonazzola y remarcó que estos compraban "alrededor de dos kilos de cocaína por semana" para estirarla y venderla.

Ante las preguntas de los defensores, Acosta aseveró que nunca pudieron dar con el proveedor de la cocaína de Buenos Aires. "Creo que se llamaba Roberto El Gordo. Con Cabrera siempre se encontraban en un serviclub de la General Paz. Pero nunca le pudimos determinar un lugar fijo desde donde actuaba, porque el celular con el que se comunicaba se movía mucho en Buenos Aires, siempre estaba en un punto diferente. En uno de mis informes, dije que El Gordo podría tratarse de González", reconoció.

El concordiense Mario Roberto González (43), alias El Gordo, tenía un pedido de captura en una causa por narcotráfico del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay, desde 2008. Pero nunca pudieron detenerlo porque lo encubría el comisario inspector de la Policía de Entre Ríos, Mario Alberto Núñez (45). González también tenía buenos contactos en la Policía Federal, con los sargentos José María Gómez (43) y Sergio Andrés García (40). No conforme con eso, González también compró al gendarme Carlos Francisco Acosta, que hoy tuvo que declarar en esta causa.

Otros testigos

Este viernes concluyó la etapa de testimoniales. Frente a los jueces federales declararon tres civiles: Guillermo Domingo Sánchez; Alberto Nicolás Gallo; y Rudecindo Amarillo. Los tres refirieron al allanamiento en la vivienda del matrimonio Bonazzola-Martínez. Dieron cuenta de los elementos que secuestraron y aseveraron que el operativo fue "tranquilo".

Por otro lado, también testimoniaron dos policías federales: Roberto Martín Fernández y Antonio Ricardo Ruiz. Ambos hacían tareas de vigilancia en la casa de Martínez y Bonazzola; y aseguraron que desconocían que la Gendarmería investigaba a las mismas personas.

Debate

El juicio oral pasó a un cuarto intermedio hasta el lunes, cuando serán los alegatos de parte. Los jueces que componen el TOF son Noemí Berros, Lilia Carnero y Roberto López Arango. El Ministerio Público Fiscal está representado por José Ignacio Candioti.

Los abogados Miguel Cullen y Guillermo Vartorelli defienden al matrimonio Bonazzola-Martínez; y los defensores concordienses Juan José Buktenica y Francisco Azcué, representan a Cabrera y su hijo José María Rey.

Por otro lado, el defensor oficial Mario Franchi, asiste a Silvio Ramiro Blanco.

Los hechos

Ramiro Blanco, un hombre de unos 40 años, fue detenido el 23 de mayo de 2014, mientras trasladaba desde El Talar -provincia de Buenos Aires- a Concordia, unos 2 kilos de cocaína en un colectivo de larga distancia de la empresa Flecha Bus. La droga estaba acondicionada con la forma de dos ladrillos encintados, adentro de un bolso con ropa que llevaba consigo el pasajero, sentado en la butaca 36.

Personal de la Gendarmería, a media tarde detuvo al colectivo en cercanías de Puerto Yeruá. Los agentes subieron al micro con un perro preparado para detectar estupefacientes, que se alteró al olfatear el equipaje que Blanco reconoció como propio. Los gendarmes le pidieron al hombre que abriera el bolso y, entre las prendas de vestir, apareció la droga.

Luego de esto, en Concordia se realizaron dos allanamientos en domicilios particulares. Uno de los operativos fue en una casa de calle Urdinarrain, que era alquilada por Gabriela Norma Beatriz Cabrera, alias Peti, donde vivía con Mariano Barrios -empleado de la Secretaría de Salud de la provincia, condenado por transportar estupefacientes en Misiones- y tres de sus cinco hijos.

La otra requisa fue en la vivienda del matrimonio compuesto por Juan José Martínez, alias Juanjo, de 36 años; y Natalia Soledad Bonazzola, alias Nati, de 32 años. Ambos viven en una casa de barrio con sus hijos, donde también tienen una despensa.

Cabrera, de 43 años, y José María Rey de 20, uno de sus hijos, fueron sindicados por los Gendarmes como organizadores de comercializar al por mayor la droga que transportaba Blanco, y revenderla al matrimonio Bonazzola-Martínez, quienes a su vez estiraban la sustancia y la expendían al menudeo.
Fuente: Análisis Digital

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