Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Los tres ya habían pasado por Concordia con antelación, pero su presentación estuvo llena de problemas. Entre un mal sonido, problemas en la pedalera de Lula y conflictos varios, el show no fue del gran disfrute de los músicos y se creía que iba a pasar mucho tiempo hasta que vuelvan.

Fue errada la suposición: tres años después (relativamente poco) los cordobeses pactaron una nueva fecha. El lugar sería Club Lennon, que venía de albergar en un mes a bandas como Nonpalidece y Kapanga y que se le había jugado con traer, la noche anterior a su presentación, a El Cuarteto de Nos. La cantidad de gente fue similar (apenas un poco menos) a la que se congregó en el mismo sitio la noche anterior. La sala lucía repleta y pudo disfrutar de las muy buenas actuaciones de la banda local Idilia y de Todo Aparenta Normal, que se vino desde Capital Federal para telonear y hacerse conocer por el público entrerriano.

Fue un gran acierto el añadir bandas soportes: mientras la espera por El Cuarteto de Nos se hizo eterna, por Eruca el tiempo se pasó volando al disfrutar de las ejecuciones de concordienses y bonaerenses. Pasadas las 23:00, se vio desfilar por el costado al trío que, rápidamente, se subió al escenario.

El inicio hizo recordar de inmediato a "Barro y Fauna", su última producción discográfica. No hubo forma de no hacerlo: el comienzo fue idéntico al del CD, con los potentísimos riffs de bajo y guitarra y la batería tribal sonando de fondo. Sin dudas, "Intropía" tiene todas las virtudes para ser el tema de inicio de los próximos shows, aún fuera de esta gira. Lo siguió "Abrepuertas", que elevó a tope las emociones e hizo explotar en un pogo metalero al centro de la pista de Lennon.

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Agrandar imagen
El nuevo álbum había traído como novedad al sonido del trío el uso de samples y efectos electrónicos, y cabía preguntarse cómo se las ingeniarían para reproducirlos en vivo o, en su defecto, reemplazarlos. La solución fue la más lógica y difícil a la vez: rehacerlos a la perfección. Y les salió. Brenda Martin tenía junto a ella una pequeña consola y Gabriel Pedernera usó el lugar donde tradicionalmente van los splash para poner un tablero. Juntos demostraron que ponerle efectos electrónicos a la música no es sólo apretar un botón, e hicieron evidente la fuerte innovación que ya se avecinaba hace mucho y que hoy por hoy es una realidad.

La lista de temas seguiría idéntica al CD, con "Armas Gemelas" como tercer canción. Por la calidad magistral del sonido (apenas se perdía la voz) y la ejecución al mismo nivel, se sintió como si Eruca Sativa estaba conformada por tres robots programados para hacer música y no por humanos. Máxime si, aún volviendo a los éxitos de la banda como "Para nadie" o "Para que sigamos siendo", se resistían a hablar con el público. Apenas Brenda esbozaba sonrisas y, como podía, jugaba con los asistentes.

Por el escenario desfilaban un sin fin de guitarras y bajos con distintas afinaciones y sonidos, un paraíso para el fanático violero y prueba inequívoca de la quisquillosidad por el sonido exacto que identifica a los cordobeses. Incluso hubo tiempo para la guitarra criolla en "Sin la red" para volver a romper todo con "Confundiste".

Recién a los siete temas, siguiendo a "Paraíso Retro", Lula Bertoldi dio sus primeras palabras al público, aunque no fue nada muy allá. Se notaba que no querían hablar, no querían jugar, no querían nada: querían tocar y romper todo (Lula no ocultaba su enojo con su "plomo" por problemas con su switch y le reclamaba que le cambie la guitarra).

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Agrandar imagen
A pesar de los meneos sensuales de Lula en "Japón" y la simpatía que mostraban Brenda y (allá a lo lejos) Gabriel, se notó en todo el show la distancia natural que genera tener enfrente a músicos de tanto renombre, que nunca se terminó de romper. Aún así, los tres tuvieron su turno para hablarle al público.

Después de "Justo al partir" y de "Barro y fauna", el show se puso más folclórico: Gabriel dejó la batería al fondo, se adueñó de una guitarra de Lula y los tres al frente dieron inicio a "Somos polvo", para pasar a su versión de Facundo Toro que se convirtió en un exitazo, "Amor ausente".

En seguida se volvería a la fuerza del grupo, con el potente segundo corte de difusión del nuevo álbum y ganador de un Gardel a "Mejor videoclip", "Nada salvaje". Brenda se soltaría el pelo fruto del descontrol del medley entre "Agujas" y "Queloquepasa", y los dedos de Bertoldi harían gala de una majestuosa precisión y coordinación con el canto en "Tarará".

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Agrandar imagen
Parecía que aún quedaba nafta y que faltaba algo más, ya que los hipnóticos cambios de ritmo de "Magoo" y de todo el show dejaban al público a merced de la banda. Con "Inercia" casi terminado, Luisina quedó tocando un ritmo y, sin dejar de hacerlo, bajó del escenario para quedarse al lado del público, sacarse fotos con ellos y dejárlos tocar (a veces) la cuerda correcta. Parecía que al fin se había roto la barrera, si a eso le sumamos que hubo tiempo para que Brenda y Gabriel hagan su propio solo, pero finalmente el grupo retomó "Inercia" para concluirla y dar fin al show.

Ni el pedido de "Una más y no jodemos más" hizo efecto: los tres se fundieron en un abrazo de despedida que culminó con Gabriel regalando sus palillos y Luisina tirando púas al público.

Fue un gran recital, a pesar del final inesperado y la distancia que hubo. Lo fue porque el público asistió esperando una gala de pura habilidad musical y así fue. Aunque no se hayan salido mucho del libreto, la perfección del sonido y de los acordes que tocó este trío fueron dignos de admirar y de no olvidar.

Y tras dos noches de puro rock de gran nivel, ya no parece una locura desear que vuelva a suceder.

Fotos de Antonella Ramayo
Fuente: elentrerios.com

Enviá tu comentario