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Una de las características del verano concordiense es el tradicional y atractivo "Carnaval de la Pasión", que hace ya varios años decidió acompañar su belleza con un corsódromo a la altura de las circunstancias. Sin embargo, mientras en la ex-Estación Norte la postal dura poco más de un mes, a tan sólo un par de cuadras hay una imagen que se repite año a año y que crece más y más a lo largo del tiempo.

Por calle Próspero Bovino, entre Gregorio Pérez y Moulins y justo frente a las tantas fábricas de jugo de la zona, funciona un lugar poco difundido pero persistente hace varios años. Con calles de tierra a sus costados, una casa abandonada al fondo y un gran patio delantero, la tierra de nadie se comenzó a transformar en un basural para los recolectores informales de toda la ciudad, desde que el enigmático propietario del hogar decidió abandonar a su suerte la construcción ubicada por entonces a orillas del arroyo Yuquerí Grande, hoy completamente entubado y casi olvidado.

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El paso de los años hizo que los oportunistas saqueen todo lo disponible de la construcción, inclusive su techo, para que queden sólo las paredes. En tanto, la condición de abandono del terreno y su gran dimensión convirtió al predio en un lugar ideal para que los recolectores informales arrojen los desechos obtenidos, sin la necesidad de dirigirse a las lejanías del Campo del Abasto.

Pasó el tiempo y poco a poco se terminó por formar lo que es hoy un basural bien establecido y difícil de erradicar. Hay desechos de todo tipo: papelerías perfectamente reciclables, neumáticos y demás desechos altamente contaminantes, plásticos, nylon... Incluso hay lugar para los desechos orgánicos como podas de plantas o una palmera.

Mientras desde la calle se observa un basural de proporciones "pequeñas", para observar el gran volumen de residuos hay que adentrarse en el nauseabundo terreno. Casi llegando a la construcción, se pueden apreciar enormes montículos de basura, mezclada con los adoquines perdidos de la casa y con ladrillos de construcciones que probablemente tengan poco que ver con la casa abandonada, y que continúan hasta el final del terreno.

A pesar de el gran abandono que posee y el olor nauseabundo que la inunda, hay señas de que alguien pasó por ahí: a través de una de las ventanas se pueden ver manos negras pintadas contra la pared, acompañadas de una leyenda que el paso del tiempo dejó ilegible. Además, las propias paredes exteriores del lugar dejan ver que en algún momento existió un aviso publicitario informal.

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Ya volviendo hacia atrás, se puede ver como desde la municipalidad casi no hubo respuestas para esto: apenas un par de barreras que cierran un camino inexistente adornan el lugar, ya oxidadas y completamente inútiles. Y para darle fin al recorrido, basta con llegar hasta el límite del terreno abandonado para ver también el fin casi exacto del basural: en la línea imaginaria que da comienzo al terreno habitado de al lado terminan los residuos.

Así está una casa completamente abandonada y ubicada muy cerca del centro geográfico actual de Concordia. Si bien muy pocos sabrán quién vivía allí y cuándo fue dejada atrás por sus dueños, no es difícil pensar en que si sucediera lo mismo en otro lugar de la ciudad, el baldío correría la misma suerte.
Fuente: concordia.elentrerios.com

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