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Martina es pequeña, pero grita como si fuera enorme. "Papaaaaa", le dice bien fuerte a Gustavo Bou, mientras él posa para la producción fotográfica de Clarín, en El Poli, en Núñez. Marisol, la mamá, custodia cada movimiento desde prudente distancia. La figura de Racing está en modo familiar. Cede ante el pedido de Martina. La sube a sus brazos, sonríe con ella.

Después, cuenta un detalle que no tiene nada de azar, se parece más bien a una fórmula nueva, natural: "Martina me cambió la vida. Me dio fuerzas para seguir adelante. El mejor Bou que se ve en el campo de juego también tiene que ver con ella. Cuando algo no sale bien me acuerdo de ella y todo pasa. Y vuelvo a empezar".

El mismo Bou que en la cancha parece lo que cuenta su apodo -una pantera-, fuera del campo luce como un tipo manso, que habla bajito, que tiene apego por sus orígenes. Dice de la ciudad que lo vio nacer el 18 de febrero de 1990: "Concordia es mi lugar en el mundo. Es mi barrio Nébel, mi gente, mis amigos, el lugar donde me formé, donde empecé a jugar al fútbol...".

-¿Y cómo jugabas en ese momento? Ya eras delantero...

-Era egoísta. Me los quería gambetear a todos y definir.

-Pero ya te destacabas, ¿o no?

-Algunos ni me querían en el equipo de ellos porque no la pasaba...

Sigue contando de su ciudad: "Me encanta caminar por Concordia, es saber que estoy en donde quiero estar. Y con los que quiero estar..." No hubo casualidad en los días difíciles. Cuando sucedieron las inundaciones a finales de 2015, él estuvo allí. Viajó a Concordia para ayudar, para mojarse y embarrarse con los suyos. "Cuando llegué al barrio y vi el agua, se me cayó la cara. El dolor está. No queda otra que meterle pata para ayudar en lo que sea", confesó entonces. Queda una impresión al escucharlo hablar ahora: su vínculo con Concordia es para siempre. Detrás del Gustavo Bou que hace feliz a los hinchas de Racing, que invita a verlo jugar más allá de los colores, que suma actuaciones como para acreditar su condición de seleccionable, también está ese otro Bou. El que habla poco, pero dice mucho. El que tiene ese tatuaje en el brazo izquierdo dedicado a su madre, que falleció cuando Gustavo era adolescente y recién comenzaba en River. "Aunque mis ojos no te puedan ver, te puedo sentir, sé que estás aquí". Allí también está la cara de ella. Y otra frase:"Gracias por todo".

Es el mismo Gustavo que se besó sollozando esos mensajes en su piel cuando salió campeón con Racing. Era un modo de hacer su dedicatoria. "Ella fue la que más me ayudó para que fuera futbolista. Y siempre me dijo que desde el Cielo me iba a acompañar", cuenta ahora, ante la consulta de Clarín. María Amelia debe estar contenta...

Suele dedicar sus goles a sus seres queridos. También su piel. En el brazo derecho tiene tatuado el rostro de su papá y otra frase: "Soy capaz de lo incapaz por ti". Es una forma de gratitud para los que más lo ayudaron a lucharla desde abajo.

-¿Cómo viviste aquellos días del 2014?

-Fueron muy lindos, inolvidables. Sobre todo por cómo es el hincha de Racing, por cómo te hacen sentir...

-¿Te acordás algún detalle de ese costado tan especial?

-Sí, un hincha me pidió si me podía besar los pies. Habíamos salido campeones y él quería eso. Eso también es Racing. También recuerda aquella práctica, cerca del final del torneo, en la que Ricardo Centurión -uno de sus más cercanos en aquel plantel- le dijo: "tranquilo, Pantera, vamos a salir campeones".

-¿Y qué tiene este Racing de aquél Racing?

-Es distinto. Hay jugadores nuevos, quedamos algunos del 2014. Pero tenemos las mismas ganas de que las cosas salgan bien. Y eso es muy importante.

-¿Para qué están?

-Tenemos que pensar siempre en el partido que viene. También está la Sudamericana, que para la gente de Racing es importante. Y para nosotros también.

Hay otro rasgo de Bou que asombra: no le gusta ver fútbol. "Ni la Champions League, ni de acá. Miro muy poco. De hecho, casi ni miro televisión. Prefiero estar con mi familia, disfrutar con ellos, salir a pasear". Hay una excepción: si juega el Barcelona y en escena aparece Luis Suárez se queda un ratito. Después, sin embargo, en el campo de juego, parece que conociera en detalle a cada uno de los rivales que lo van a marcar.

Lo demuestra también ahora, justo después de la charla con Clarín, en la sesión de entrenamientos propuesta por Nike Academy, en el marco del lanzamiento de los nuevos botines Hypervenom 3. Cada remate de la Pantera terminó en gol. La sensación es inequívoca: el Gustavo Bou familiero se transforma en Pantera al ingresar al campo de juego. Le gusta que lo llamen por su apodo. "Me lo puso (Matías) Abelairas, cuando estábamos en River. Era por mi modo de jugar, por mis zancadas. Y desde entonces quedó", cuenta.

-¿Qué recuerdo tenés de aquellos tiempos en River?

-Buenos. Fue un gran aprendizaje. Llegué desde muy joven. Me tocó debutar en el River campeón del Cholo (Simeone), también viví desde adentro lo que llevó al club al descenso y la fiesta del regreso, en la que no pude jugar mucho.
Fuente: Clarín

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