Así fue como, primero desde su ciudad, el descomunal esfuerzo del atleta fue halagado. Poco a poco fue tomando repercusión nacional, logrando llegar hasta los medios deportivos más importantes del país y también otros del interior.
Los calambres dieron la vuelta al mundo
El atleta, que sostuvo que "para ser olímpico hay que llegar a la meta" y que esa máxima fue lo que lo mantuvo hasta el final, estuvo en la mira, al menos por un rato, del resto del mundo. Junto a él quedó inmortalizado su amigo de competencia, el paraguayo Ayala, que lo apoyó anímicamente durante el último tramo.