Relató que "a las 20:35, un agente de policía de apellido Chapay estaba cumpliendo parada externa en calle La Pampa y Lieberman", lugar en el que, según el propio Den Dauw, está designado de forma "casi fija". "Ahí hacía la mayoría de su servicio", agregó.
Chapay "se encontraba dialogando con el joven Franco González cuando, en algún momento determinado, habría manipulado su arma reglamentaria 9mm y, según sus dichos, se le habría escapado un disparo. La bala lesionó al adolescente, a quien de forma inmediata y atento a que circulaba a tres cuadras el móvil de la comisaría séptima optaron por trasladarlo al hospital Masvernat, donde ingresó a quirófano". A pesar de la celeridad, "a la 1:35 nos enteramos de la peor noticia, la muerte del jovencito".
Limitó los datos aportados, dado que "no sólo ante la muerte sino ante lesiones graves, a este funcionario le corresponde declarar en indagatoria. Ahí se irá a explayar sobre cual habría sido el desencadenante". A pesar de ello "sus manifestaciones verbales y rápidas en el lugar del hecho establecieron que estaba manipulando el arma en presencia del menor cuando se le escapa un disparo y lo hiere en la parte del estómago".
¿Cuál fue el error del policía?
Reconoció que "aunque el martillo de la pistola (mecanismo que se puede recolocar para imposibilitar la percusión) estaba montado y listo para disparar, el arma lógicamente tiene que tener balas en la recámara para expulsar un proyectil", tal como sucedió en este caso. "Esto debería haber sido observado por el oficial", agregó.
Sin embargo, ahondó que "no hay una normativa al respecto de si se puede o no usar balas en recámara. Si usted le pregunta a la policía de Buenos Aires u otra fuerza, en su mayoría pasa por criterio personal porque lógicamente uno gana segundos en efectuar el disparo si ya tiene la bala cargada. Yo, personalmente, nunca usé balas en recámara porque el hecho de tener el arma cargada implica un riesgo, pero son cuestiones personales".
Agregó que "después se determinará cual es el grado de responsabilidad del oficial", aunque "si no hay un mérito suficiente para que el oficial saque el arma de su cartuchera no debería haberlo hecho, y menos en presencia de civiles y terceros. Eso está claramente especificado en las normas de manejo de arma para evitar este tipo de accidentes".
Un oficial con conocimiento previo
Aseguró que Chapay "tiene 29 años y es padre de tres hijos, es una persona muy correcta que se ha desenvuelto de manera disciplinada. Este funcionario ha sido seis años soldado voluntario previo y está debidamente capacitado y fundado en armas, porque al ser soldado le enseñan a manejar armas pesadas como el FAL o armas de artillería".
"Habrá que estudiar cuál es la negligencia en su accionar, que evidentemente la hubo", aportó, aunque aclaró que "eso es un criterio personal mío, habrá que determinarlo a través de la faz administrativa y judicial". En un principio "podría ser imputado por el delito de homicidio culposo porque no debería haber sacado el arma reglamentaria de la cartuchera salvo que haya estado en riesgo, más teniendo en cuenta que el policía afirmó que era solo una charla amigable con el chico".
Al respecto del fallecido "no lo hemos investigado pero, por los manifiestos de la propia comisaría séptima, tanto él como los dos amiguitos que eran concurrentes de esa zona y lo acompañaban al policía son excelentes, no hay nada que refutar ni que cuestionar en cuanto a ellos".
"La verdad no tenemos palabras para lo que pasó. Es inexplicable", confesó, para luego destacar con respecto a Chapay que "asumió su responsabilidad desde el primer momento. Lo bueno y loable de esta situación es que el nunca se sacó el lazo de su responsabilidad, no inventó ninguna situación rara como que le quisieron sacar el arma ni nada por el estilo".
