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Alcides Camejo, gremialista de la Fruta.
Alcides Camejo, gremialista de la Fruta.
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Fue el sábado, a las 19:30. En Osvaldo Magnasco, al norte de Concordia, acababa de terminar el partido entre 9 de Julio y Victoria, válido por la Liga de fútbol de Veteranos. Entre los espectadores estuvo Domingo Alcides Camejo, titular del Sindicato Obrero de la Fruta.

"Sos una porquería", espetó el sindicalista hacia uno de los que juega para los de la "ve azulada". El insultado habría sido un afiliado al gremio, que mantiene un reclamo ante la obra social de la entidad. "Estoy reclamando los medicamentos de mi hijo", le respondió.

Ahí fue cuando intervino una tercera persona: un joven de 20 años, que colabora con la comisión directiva del club anfitrión del partido que recién había concluido. "Le pedimos que se retiren", les dijo y completó: "acá no queremos quilombos". Almirante Brown es un club precario y, un episodio así, podría derivar en una suspensión de sus instalaciones, lo que sería un golpe de muerte para su modesta economía.

Camejo no estaba sólo. "Había dos de los matones que siempre lo acompañan", confió a El Entre Ríos uno de los testigos de aquella tarde futbolera en Magnasco. Ambos también habrían participado de la agresión hacia el afiliado.

Enfureció, entonces, contra el que lo invitó a retirarse. Cuchillo en mano, se desplazó hasta el joven y lo apuñaló por la espalda. Por centímetros, el corte no le afectó un riñón.

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Rápidamente, un vecino cargó al herido en su auto y lo llevó al hospital "Delicia Concepción Masvernat". Allí permaneció internado hasta las 10:30 del domingo. El joven participa de las actividades del club Brown y hace unas pocas semanas que trabaja en la cosecha del arándano.

El relato salvaje no terminó ahí. Un hombre de 37 años, hermano del que acababa de recibir la cobarde agresión, tomó un palo para disuadir a Camejo. No pudo hacerlo. El titular del Sindicato de la Fruta de Concordia lo cortó en un brazo izquierdo y también debió ser atendido en el hospital.

El mayor de los hermanos agredidos por Camejo hizo la denuncia, un día después (este domingo 23 de octubre). En el barrio ubicado cerca de Villa Zorraquín hay varios rumores, como por ejemplo el de que, en la requisa, la Policía no le encontró ningún arma al sindicalista, siquiera el cuchillo con el que atacó a dos ante la mirada de todos los que habían ido al club esa tarde.

También, dicen que Camejo, cuando fue a la comisaría del lugar a contar lo sucedido, "le tiró plata sobre la mesa" para que los policías no hicieran nada.

Hay miedo. "Siempre sale ileso de todos los quilombos", confió otro testigo del sábado último. No es la primera vez que está envueltos en episodios violentos: en 2015, el doctor Pablo Garrera Allende, juez de Garantías, había dispuesto para Camejo la restricción de acercamiento total hacia su esposa, Olga Natalia Irrazabal, que lo había denunciado días antes por lesiones leves y amenazas.
Fuente: concordia.elentrerios.com

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