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Incluso en el centro, la calle Roque Sáenz Peña es un poco dejada de lado y tomada como vía alternativa. Si bien su bajada desde calle Urquiza concluye en el popular casino de la ciudad, seguir la senda no encontrará más que la Secretaría de Desarrollo Social cuando se interpone La Rioja, el Club Libertad cuando Rivadavia hace lo propio y la bella mansión "Villa Yolanda" en el cruce con Damián P. Garat.

El ser un ingreso alternativo a la costanera tampoco le permite tener la atención de la gente, ni siquiera el parque adornado con esculturas a raudales que está previo a la Avenida de los Pueblos Originarios. Esa condición, ficticia y real a medias, hace que muchos pasen por la calle pero nadie le preste atención. Ni siquiera la municipalidad.

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Parece ser que Papá Noel dejó regalos, alegría y nubes en su visita a Concordia. El lunes 26 arrancó gris, con la lluvia siempre amenazante, y descargó agua a partir de las 10 hasta ya finalizando la tarde. No fue ninguna cantidad alarmante ni tuvo chaparrones, simplemente fue una lluvia consistente que duró varias horas.

Alrededor de las 19:00, el charco seguía ocupando toda la esquina de Roque Sáenz Peña y Bolivia. Motos y autos se sucedían con frecuencia en la simple pero anormal tarea de cruzar el lago artificial, de alrededor de 20 centímetros en su punto más profundo. Ya habían pasado dos horas desde que las últimas gotas tocaron el suelo, pero ahí seguía la ciénaga. Era algo increíble, que tomó la costumbre de los años que pasan sin solución.

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Incluso el propio almacenero de la esquina se soprende ante la pregunta, quizás extrañado porque alguien consulte por un paisaje tan habitual. "Esto está hace mucho, yo vine y ya estaba, y eso fue hace diez años". Y reconoció que ante la menor lluvia todo se tapa. "Cuando llueve mucho el charco tapa todo, se sube a la vereda y casi que me entra al negocio", confesó.

Una mujer al volante circula por la diagonal de calle Bolivia y, al encontrarse con el espejo de agua, se detiene y le comenta algo a otra joven que iba en el asiento trasero. Las dos se asustan, la conductora muestra rasgos de desesperación que se perciben a través de las ventanas del blanco Renault 9. Tras un instante de contemplación se ajusta el cinturón, como quien sabe que va a hacer una maniobra arriesgada, justo cuando observa que los demás autos circulaban por Roque Sáenz Peña y atravesaban el charco sin problemas.

El joven comerciante contó que sólo una vez presenció que hagan obras en la esquina. "Fue hace poco, creo que fue cuando cambiaron el pavimento. Pusieron el hormigón nuevo, quedó lindo, pero nunca solucionaron el problema de que la esquina se inunda. Creo que en realidad no se propusieron arreglarlo, ni siquiera saben que existe".

Mientras tanto, una mujer camina por la calle del ex presidente nacional hacia el centro. Transita normalmente hasta que cruza la vía y se encuentra con el lago. De inmediato se nota la indecisión de la señora que no sabe qué hacer para continuar su camino a pie. Tras unos momentos se anima a continuar su travesía en la vereda de pasto y tierra lindante a la vía y con aplomo va, paso a paso, calculando dónde pisar y dónde no. Finalmente cumple su misión y se mete en la diagonal que la conductora asustada abandonaba hacía unos minutos.

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El almacenero confesó su hipótesis de por qué se el charco se forma tan fácilmente: "en paralelo a la vía pasa una cloaca entubada, un desagüe que ahora estará roto o tapado y entonces el agua se desagota muy despacio". Contó que la perforación tapada estaba escondida entre el pasto, justo al lado del contenedor de basura. "En las tardes que sale el sol después de la lluvia el charco queda como una hora y media o dos, pero en la noche tarda mucho más en desaparecer. El agua pasa muy lento por el desagüe".

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El desagüe en cuestión Agrandar imagen
El desagüe en cuestión
Ya partiendo, hay que dar toda la vuelta para pasar de una vereda a otra. El cordón de Roque Sáenz Peña y la Bolivia horizontal casi ni se divisa, está a unos milímetros de ser completamente tapado por el agua. Un auto dobla cerrado y a velocidad considerable, amenazando empapar al peatón desprevenido. Otro auto hace lo mismo. Un motociclista se anima a cruzar el curso artificial, no sin antes levantar los pies y apoyarlos contra el soporte del manubrio.

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Todas postales habituales de un día de lluvia en Roque Sáenz Peña y Bolivia, la esquina del charco ahora adornada a lo lejos por un grafitti de la UWC Crew que nadie sabe por quiénes está conformada. Ahí está, inamovible, insertado en el medio de un camino alternativo a la costanera. Quizás nadie lo denunció, o está hace tantos años que fue tomada como una historia pintoresca por todos los que no lo sufren. O, simplemente, es porque es una calle dejada de lado.
Fuente: concordia.elentrerios.com

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