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El sábado 23 de julio, minutos antes de las 15, los vecinos del asentamiento del barrio La Bianca de Concordia vivieron momentos de tensión. Sin entender mucho lo que pasaba, fueron testigos del momento en que un grupo de jóvenes atacaba a otro a balazos y también vieron cómo después de enfrentarse a sangre fría, huían amenazando a cuanta persona pasara por el lugar.

Los testimonios y el miedo


Eduardo Díaz, periodista de la ciudad, fue el primero en brindar su testimonio. Se acercó al lugar luego de que le llegara la información sobre el enfrentamiento, buscaba obtener datos y, dentro de lo posible, la palabra de algún vecino que pudiera contarle qué había pasado.

No sólo se encontró con que los vecinos no se animaban a hablar, sino que además fue amenazado. Es que le sugirieron que no publicara nada de lo poco que había visto, porque si lo hacía "era boleta". "Sabemos en dónde encontrarte" le advirtieron unos muchachos que, según contó Eduardo "estaban notablemente drogados, perdidos. Con ellos no se podía conciliar".

Minutos después de lo sucedido, y de que golpearan a su compañero Dardo Olivera, Eduardo advirtió al resto de los colegas para que no expusieran su integridad física por ir a cubrir ese hecho: "tengan cuidado, porque para ir ahí y cubrir todo eso hay que ir con las garantías, porque está todo muy feo", dijo.

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No fue Eduardo el único a quien amenazaron. Al menos dos periodistas más fueron recibidos con lluvias de piedras y gritos intimidantes para que no mostraran lo que pasaba en el lugar.

Los vecinos "no ven lo que pasa"


Una vecina del lugar, que prefirió preservar su identidad, me encontró caminando en la calle "¿Viste lo que pasó en el barrio?" comentó. Claro que lo sabía, buena parte de la ciudad lo sabía.

"Bueno, yo vi todo, pasó muy cerca de casa. Todavía recuerdo la imagen y me da nauseas" comentó la mujer y agregó "pero cuando vinieron a preguntarme no dije nada, de hecho dije que no había visto nada. Es que los códigos son así, no podemos hablar porque puede pasarnos cualquier cosa. El barrio es tierra de nadie, nadie entra sin permiso, nadie habla sin permiso".

Al "permiso" lo dan los jóvenes que están armados y que sirven a la vez de deliveries de drogas. Esos mismos jóvenes que, a la vez, son "empleados" de los narcos, que llegan en sus lujosos autos al barrio, dejan el "pedido" y se retiran dándoles expresas órdenes que ellos tienen que cumplir.

"Las leyes del mercado me convirtieron en funcional"


La canción "La violencia" de "Agarrate Catalina" y Emiliano de "No Te Va Gustar" expresa un poco lo que se vive en el barrio.

Ahí manda la violencia. El lugar es tierra de nadie porque nadie puede entrar de no ser por esos permisos que tienen que dar esos que hacen las cosas mal y a los que todos ven pero nadie denuncia.

Todos saben, todos conocen, nadie habla. "Acá vienen drogados los jóvenes, nosotros no podemos hacer nada, si se ponen nerviosos pueden lastimarnos a nosotros o a nuestros hijos y saben bien que tenemos miedo" expresó la vecina cuando pregunté por qué no denunciaban.

"Así viven ellos. Hay pibes del barrio que crecieron en la pobreza y jamás trabajaron y hoy manejan una 4x4. Hay pibes que hoy mandan a otros a vender la droga y se llenan de plata, y claro, le dan un arma a cada uno por si tienen que defenderse", comentó.
La Violencia
"Soy parte de un negocio que nadie puso y que todos usan"


¿Qué pasa con estos pibes que venden droga y andan armados y drogados a plena luz del día? Al ser entrevistado luego de lo sucedido, Eduardo Díaz sacaba una conclusión: "estos pibes viven drogados, se acercaban a amenazarnos y no tenían conciencia de nada. Con ellos no podíamos negociar nada, si dábamos un paso en falso podían matarnos" confesó y agregó: "para terminar con todo esto estaría bueno que, más allá de las políticas de narcomenudeo, demos herramientas para que los chicos no consuman. Eso los pierde, estamos llegando demasiado tarde".

Y no está lejos de la realidad el planteo de Eduardo, porque es lo mismo que los vecinos ven, que dicen y comentan en voz baja mientras ven cómo el barrio termina siendo "gobernado" por chicos menores de edad, armados, drogados y que a la vez son esclavos de la droga que están comercializando para otro que se llena los bolsillos mientras vacía sus vidas.

La agresión es moneda corriente


No es el asentamiento del Barrio La Bianca el único lugar que sirve como escenario de este tipo de hechos. Es que venimos viéndolo hace años y cada vez en más lugares.

La zona del Ex Aeroclub, lugar que conocimos como "impenetrable", un barrio al que siquiera los remises ni las ambulancias quieren entrar. Un lugar en el que se perdieron vidas jóvenes en enfrentamientos entre bandas de menores que andan armados y se pelean por la disputa del poder entre los kioscos de drogas.

Los barrios del noroeste, en donde la policía tampoco puede entrar. Sin ir más lejos el mismo fin de semana varios patrulleros persiguieron a un prófugo de la justicia hasta el barrio, cuando quisieron entrar no sólo los recibió una lluvia de piedras sino que además fueron los propios vecinos los que ayudaron al prófugo a escaparse en un auto hasta que la policía perdió el rastro.

El último caso, barrio María Goretti, a plena luz del día los jóvenes se enfrentan a tiros frente a una escuela sin importar que allí asisten niños en ambos turnos. Los docentes aseguran que viven este tipo de episodios a diario, y que desde hace varios días siquiera la policía puede controlar lo que sucede.

Y así la vida en el barrio sigue siendo dirigida por la droga, que no sólo va matando las neuronas, las posibilidades y los sueños de los jóvenes, sino que también se adueña de todo su ser al punto de hacerles perder el valor y la importancia en sí mismos y en lo que los rodea. Y claro, a la vez el miedo se adueña de los que no forman parte de eso, haciendo que indirectamente sí lo hagan al callarse y hacer como si no vieran nada.
Fuente: concordia.elentrerios.com

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