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La noche del martes sucedía con normalidad en la Unidad Penal N° 3. Llegada las 20:30, se dispuso la cena para los presos en todos los sectores, momento en el que el personal de la unidad penitenciaria se reparte roles y abandona un poco la vigilancia para poder alimentar a los condenados.

Entre quienes esperaban pacientemente se encontraba Marcos Luciano Aguirre, de 24 años y nacido en Concordia. El joven cumplía una condena de tres años, sentenciada el 6 de junio del 2014 tras ser detenido el 16 de marzo del mismo año y que iba a caducar el 29 de marzo del 2017.

Los motivos que lo arrojaron a convivir con los demás delincuentes fueron dos robos menores calificados como robo y hurto, respectivamente, ambos cumpliendo también los delitos de receptación sospechosa de bienes.

El delincuente poseía una contextura física poco frecuente para el ámbito delicitivo recurrente de la ciudad. De 1,81 de altura, su tez blanca, su cabello rubio y sus ojos verdes llamaban la atención en la cárcel, incluso para los propios guardias.

Quizás desencajado de la sociedad, su enorme capacidad atlética lo llevó por mal camino al tiempo que le arrojó el apodo que hoy lo acompaña: fue bautizado como "el hombre araña", tanto por colegas de la delincuencia como por los propios policías que reconocieron que "salta muros con la agilidad de una gacela".

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Aguirre había cometido delitos menores con respecto a otros casos de muchísima mayor gravedad instalados en el UP3, y quizás por eso haya logrado forjar una buena relación con los guardias penitenciarios que lo tenían como un caso de buena conducta. De hecho, en su última calificación conductual, realizado en el último trimestre de 2015, fue sindicado con comportamiento "muy bueno".

A pesar de ello, el ladrón ya había estado preparando con antelación su plan para huir de ese lugar. Sin mucho esfuerzo, esperó que los guardias y policías del lugar se aboquen casi al completo a las tareas sanitarias para dirigirse a la zona de talleres, lindante con la calle Ituzaingó.

Una vez allí, Aguirre logró huir sin mayor problema a través de su mayor talento: saltar paredes. Los guardias se enteraron de la huida un momento más tarde y comenzó la búsqueda, pero la oscuridad de la zona hizo su trabajo y encubrió el escape del malviviente.

Hoy, la policía lo sigue buscando y pide ayuda a la gente. Avisan que si los vecinos perciben a una persona sospechosa que coincida con este identikit, no duden en llamar a la comisaría más cercana o al 101.
Fuente: concordia.elentrerios.com

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